Reflexiones sobre Internet, Memoria y Olvido en el Perú

Un día como hoy en 1992 cayó Abimael Guzmán, cabecilla de la agrupación terrorista Sendero Luminoso. A la postre, dicho golpe fue un punto de inflexión en el conflicto armado interno que vivió el Perú entre los años 1980 y 2000 y aceleró el fin de las acciones senderistas en la capital. A propósito de este acontecimiento y de haber participado en este coloquio realizado en el LUM la semana pasada, quise ensayar algunas reflexiones sobre la memoria y la tecnología.

Hablar de este período en la historia del país no es algo sencillo. Como en casi todos los países que han vivido sucesos semejantes, los informes finales de las Comisiones de la Verdad nunca han encontrado consenso en la sociedad. Por el contrario, su existencia ha generado una multiplicidad de discursos en torno a lo que “realmente ocurrió” durante el conflicto. El choque entre estas posturas ha sido permanente, pero en los últimos cinco años ha recrudecido, especialmente en Internet.

Memoria

Un argumento frecuente de los críticos de las “verdades oficiales” es que su reproducción constante por aquellos que ejercen la hegemonía (cultural, económica, etc.) termina por legitimarlas frente a los demás. Mientras que este temor suena infundado si nos referimos a periódicos o canales de televisión, que no solemos percibir como fuentes neutrales; la cosa parece ser distinta cuando nos referimos a Internet.

Al ser una tecnología que no le pertenece a una sola persona o compañía, la forma en que valoramos la legitimidad o no de un contenido cambia. Por supuesto, sigue habiendo medios de comunicación tradicionales, pero compiten –a veces en desventaja- con actores nuevos: líderes de opinión, blogueros, periodistas independientes. En este escenario, en donde la oferta discursiva es más amplia, la “verdad verdadera” pasa a ser un objeto altamente personalizado.

Quizás Twitter, Facebook y los blog personales son las plataformas en donde esto último puede verse de forma más clara. Basta insertar algunos términos clave como: “conflicto armado interno” o “terrorismo en Perú” para observar cómo estas redes sociales se convierten en campos de batalla de la memoria -entendida como el registro personal de eventos y vivencias. Más allá de decidir qué postura se acerca más a la realidad, es curioso notar que, en Internet, dicha memoria es infinitamente más frágil.

Un periódico, una revista y en general cualquier medio escrito en un soporte físico tiene la esperanza de sobrevivir por lo menos un par de décadas antes de degradarse. Por el contrario, un texto subido a la Red es como un hombre en el corredor de la muerte. Si la irrelevancia misma del contenido no lo mata, lo hará un fallo en el servidor, la caducidad del dominio, la desaparición de la plataforma o los cambios posteriores que aplique el editor.

Resulta interesante preguntarse qué encontrarán los peruanos dentro de veinte años cuando busquen esos mismos términos que mencionamos arriba. ¿Qué verdad prevalecerá? ¿Qué discursos habrán sido olvidados o superados? ¿Cuáles habrán sido suprimidos a propósito o reescritos a conveniencia, como ocurría en la novela de Orwell 1984? ¿Qué pasaría en un mundo en donde la memoria colectiva de las sociedades descansa casi exclusivamente en soportes digitales? ¿Quiénes serán los encargados de custodiarlos?

Olvido

Si más arriba nos preocupábamos por aquello sobre lo que se recuerda o se recordará, conviene también reflexionar sobre lo que se olvida. Sin embargo, a diferencia del otro caso, el tema del olvido es de una urgente actualidad. Una expresión reciente de ello y a la que hemos dado larga cobertura en Hiperderecho es el mal llamado “derecho al olvido”, una doctrina jurídica recientemente reconocida en el país sobre la que puedes consultar en este apartado.

Precisamente sobre estos derechos emergentes, cabe preguntarse si la exacerbación del control sobre la información personal no terminará creando máquinas de amnesia colectiva. ¿Será posible que bajo la etiqueta de “información desactualizada” o “inexacta”, un genocida mal juzgado consiga que en el futuro desindexen o modifiquen sus datos en Internet?

Muy a propósito de eso también nos preguntábamos por el destino de los contenidos a los que el público ha accedido recientemente gracias a que han sido colocados en plataformas de uso masivo. ¿Qué pasará el día que aparezca algo mejor que Youtube? ¿Quién migrará los videos de la captura de Abimael Guzmán a la nueva plataforma? ¿Qué pasará con la página de Comisión de la Verdad cuando ya no quede ninguna institución que pague por el dominio? Seguramente estas y otras preguntas son las que tendremos que resolver en un futuro no tan lejano.

Foto: C-Monster (CC BY-NC)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *